El nacimiento de la col
En el paraíso terrenal, en el día luminoso en que las flores fueron creadas y antes de que Eva fuese tentada por la serpiente, el maligno espíritu se acercó a las más linda rosa nueva en el momento en que ella tendía, a la caricia del celeste sol, la roja virginidad de sus labios.
-Eres bella-
-Lo soy- dijo la rosa.
-Bella y feliz- prosiguió el diablo-. Tienes el color, la gracia y el aroma. Pero…
-¿Pero?
-No eres útil. ¿No miras esos árboles llenos de bellotas? Ésos, a más de frondosos, dan alimento a muchedumbres de seres animados que se detienen bajo sus ramas. Rosa, ser bella es poco…
La rosa, entonces -tentada como después lo sería la mujer- deseó la utilidad, de tal modo que hubo palidez en su púrpura.
Pasó el buen Dios después del alba siguiente.
-Padre- dijo aquella princesa floral, temblando en su perfumada belleza-, ¿Queréis hacerme útil?
-Sea, hija mía -contestó el señor, sonriendo. Y entonces el mundo vio la primera col.
-RUBÉN DARÍO-
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