Una novela es la libertad. El acto físico de abrirla es tan simple, tan rotundo, tan cargado de sentidos posibles, como el de abrir una puerta, una puerta de salida y una puerta de entrada. Hasta la tapa del libro parece una puerta que se abre. Salimos de algo y entramos en algo, cruzamos un umbral que se despliega entre nuestras manos, y al principio, como en algunos lugares misteriosos, nos encontramos en la sombra, y sólo gradualmente se acostumbran los ojos a la nueva claridad que irradia del interior del libro.
Estas palabras son de mi paisano Antonio Muñoz Molina, natural de Úbeda (Jaen) y ejemplo de lucidez y sensatez.
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